6 de junio de 2012

The Deep Blue Sea (Terence Davies)


[The Deep Blue Sea, 2011, Terence Davies]

Si se puede filmar hoy en día una película de amor perfecta, "The Deep Blue Sea" está muy cerca de serlo. O tal vez lo sea. Es imposible no rendirse a ella, no dejarse seducir por todos y cada uno de los recursos que utiliza Terence Davis para insuflar vida a un romance vibrante, envolvente y casi mágico por cómo llegamos a vivirlo.

Una de las genialidades de “The Deep Blue Sea”, y motivo por el cual es una película que por fuerza tiene que gustar incluso al cinéfilo más conservador, es su influjo clasicista. Basta con tener presente que es una adaptación de una obra de teatro de Terence Rattigan (que también escribió "Mesas separadas", por ejemplo). Es decir, un material un tanto arriesgado, del que podría salir desde un dramón folletinesco hasta una obra maestra. Es difícil, pero Davies consigue que su filme caiga del lado de esto último, y lo hace magnificando las virtudes del guión con una puesta en escena de ensueño, que rehúye la espectacularidad o el diseño de producción fastuoso y recargado, y penetra directamente en nuestra piel.


Por varios motivos, “The Deep Blue Sea” recuerda a un gran pilar por excelencia de los romances clásicos: "Breve encuentro". La cinta de Lean y la de Davies poseen parecida sensibilidad, sutileza y emociones contenidas. Versan sobre el mismo tema, una relación adúltera (aunque "Breve encuentro" se quede de hecho a las puertas), y utilizan recursos narrativos similares. Incluso Rachel Weisz, deslumbrante, y Tom Hiddleston evocan a ratos a Celia Johnson y Trevor Howard. En ese sentido, considero que "The Deep Blue Sea" es deudora clara de "Breve encuentro", ambas intimistas producciones británicas de guiones basados en trabajos de sendos dramaturgos británicos (Rattigan y Noel Coward). Pero de algún modo "The Deep Blue Sea" evoluciona respecto a la película de Lean: (1) tiene un aura de fantasía y de cuento que nos hace levitar por ella como si estuviéramos en una especie de trance, y al mismo tiempo (2) es más abierta, dolorosa, tangible y real.




Inglaterra, años 50. Hester Collyer es una mujer joven casada con un honorable juez, mayor que ella, que tiene un apasionado affaire con Freddie, enérgico ex piloto de la RAF. Pero un intento frustrado de suicidio conduce a la ruptura de su relación. Nada más comenzar suena la voz en off de ella pronunciando las líneas que le va a dejar escritas a Freddie antes de tomarse la sobredosis de pastillas. Los créditos iniciales, sobre un telón de fondo azul y un tanto neblinoso, y la primera imagen de la película, un largo y delicado travelling sobre la casa que nos conduce hasta la ventana de Hester, comienzan a describir el estilo visual de la misma. Hester es rescatada por una vecina, y durante la primera media hora la acción no avanza sino que se entrelazan diferentes flashbacks que muestran el desarrollo de la historia previa: retazos de su vida con su marido, cómo conoció a Freddie, cómo se descubrió su affaire y cómo la pareja alquiló el apartamento donde ahora ha intentado matarse. Especialmente en esta parte Terence Davies se luce en lo referente al punto (1) y demuestra ser un mago prodigioso aun recurriendo a un elemento un tanto banal y aparentemente tan poco moderno en una película de amor como un estridente concierto de violines de Samuel Barber. El montaje, con sus dulces fundidos y transiciones (como otro magistral travelling cenital que fusiona una imagen de Freddie y Hester abrazados en la cama con otra de ella yaciendo moribunda tras el intento de suicido), y el control de los tiempos es excelente. Un ejemplo: Hester y una amiga están en un bar y Freddie y otro colega representan ante ellas de modo muy infantil unos sketches de la guerra. Freddie y la amiga llevan la voz cantante y Hester observa tímidamente y con curiosidad, es imposible decir si en ese momento ya se conocen. Repentinamente la escena siguiente muestra a la pareja fuera del bar, ella dice impetuosamente I love you so much y se besan. Cada imagen de la película, discreta y muy correctamente ambientada en la Inglaterra de posguerra, es como una pequeña y hermosa acuarela, de tonos tierra, rojizos, ocres, con reconfortante sabor añejo. La iluminación difusa, neblinosa y resplandeciente provoca un cálido torrente de sensaciones que sume al espectador en un microuniverso irreal. Más avanzado el filme tiene lugar un último flashback que es el culmen de esta dualidad de realismo/irrealidad: tras una brutal discusión con Freddie, Hester vuelve a casa sola y baja a las desiertas vías del metro, pensando seguramente en arrojarse a ellas. Mientras observa la boca del túnel, se produce un maravilloso salto en el tiempo y sin cambiar de toma la estación se convierte en el refugio donde docenas de ciudadanos (incluidos Hester y su marido) se protegen de los bombardeos durante la guerra. De nuevo un travelling de dos minutos y medio recorre el andén plagado de gente inmóvil que escucha las explosiones coreando la melancólica canción Molly Malone










Pero no por toda esta exquisitez estética hay que olvidar el otro gran valor de la película, (2) su retrato fugaz, pero crudo, poético y naturalista, de la ruptura amorosa. No es en absoluto un análisis psicológico, sino sentimientos a flor de piel. El intento de suicidio de Hester y la consecuente disputa de la pareja es la excusa para el grand finale que supone la partida de Freddie, el fin de una bella e intensísima relación. La conversación de ascensor que oculta tantísimas cosas que ya no toca decir, la vida entera que desfila ante los ojos, los silencios y las formalidades, esa tristeza suprema e impotente. En ninguna otra película recuerdo una escena similar que me haya tocado tan hondo, que me haya parecido tan honesta y auténtica, que me haya hecho revivir cosas que he experimentado y sentido, y que todas las personas enamoradas que han atravesado alguna vez momentos así van a reconocer. 

Lamentablemente, "The Deep Blue Sea", que pudo verse en el Festival Internacional de Cinema d'Autor de Barcelona (y meses atrás en el Zinemaldia de San Sebastián), está teniendo una distribución muy limitada en todo el mundo y por ahora ni siquiera existen subtítulos en condiciones, pero apúntense todos este título para cuando tengan ocasión. Una película totalmente embriagadora, de las mejores de los últimos años.

Puntuación: 5 / 5










1 comentario:

  1. Hi Madison,
    thanks for your comment. Leave here your email or your site and I'll have a look at it :)
    Regards

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